Contra Javier Cercas y la secta de la Tercera Vía (IV)

 

 “No es que me hayas mentido lo que más me conmueve, sino que yo jamás te volveré a creer” Friedrich Nietzsche.

 

Y IV

En busca de la equidistancia Cercas transita por la llamada “tercera vía”, un viaje en que le acompaña una selecta compañía formada entre otros por Victoria Camps, Laia Bonet, Jordi Amat, Joan Coscubiela, Joan Botella, Joan Subirats, Jordi Font, Gemma Lienas, Oriol Nel-lo, Raimon Obiols, Lluís Rabell, Marina Subirats, Josep Maria Vallès y algunos más. Reclamaron con ahínco el indulto para los condenados por los acontecimientos del 2017, son decididos partidarios del diálogo y de llegar un acuerdo con aquellos que precisamente lo quieren todo a cambio de nada, y que de paso nos deje a todos insatisfechos, prueba inequívoca de la bondad del mismo. Una reverberación del infausto pacto de Múnich. 

La reivindicación que hace el reputado novelista de Pujol tiene todo el sentido del mundo si pensamos, por ejemplo, que el veterano periodista Lluís Bassets identifica la “tercera vía” con la política de Pujol de “peix al cove” [pescado al cesto]. Ahora bien, Bassets escribía recientemente: “No había ningún sentido institucional en el pujolismo. Las instituciones eran él y los suyos, su familia y los amigos. Por eso su balance es miserable ” [Les ciutats interiors. Galaxia Gutenberg. 2001] Ello no le impidió publicar un artículo en la revista VIA [Valores, ideas, actitudes], del Centre d’Estudis Jordi Pujol, en el año 2013, ni tras conocerse el fraude rendirle tributo un libro titulado La gran vergüenza. Ascenso y caída de Pujol (Península. 2014), por aquello de que lo cortés no quita lo valiente.

Salvar a Pujol es un imperativo unánime de esos mandarines. Así Jordi Garcia, actual Redactor jefe de Opinión de El Pais, al sentenciar nuestro libro vaticinó que “No parece que deba ir por aquí el futuro de la investigación desde la pasión pujolista, si quiere descubrir el verdadero intríngulis del poder omnímodo que ejerció Pujol a lo largo de más de 23 años con la prolongación de un clan familiar, activo más allá de las fronteras y más allá de la presidencia de la Generalidad”.  La misma doblez intelectual ha manifestado Jordi Amat, quien no sólo publicó artículos, sino que fue miembro del comité de redacción de la mencionada revista VIA. En su reciente best-seller El hijo del chófer [Tusquets. 2020], donde dicen que se descubren las cloacas del régimen de Pujol, sin que de las mismas haya el menor rastro en todo el libro, tiene el mérito extraordinario de ser quizás el único autor en dar visos de credibilidad a la supuesta “deixa” del abuelo Florenci, en base a sus negocios como contrabandista de moneda durante el franquismo.

Para esta auténtica camarilla por lo visto la solución del “problema político” no es otra que reimplantando el régimen de Pujol, que se basó en una corrupción sistémica en Cataluña sin parangón posible a lo sucedido en el resto de España.  Abrazan con frenesí la rectificación de su explicito apoyo a la causa independentista y una vuelta al entendimiento con el Estado, después de su manifiesta deslealtad institucional. Ante las tablas en el contencioso de Cataluña con el Estado, Pujol propone un “apaño”, un arreglo en que se reconozca la soberanía de Cataluña, pero no su independencia.  Un regreso a la presumida relación de Cataluña con la corona española con anterioridad a la Guerra de Sucesión y la derrota de l714.  Algo así como dar crédito a un pirómano travestido de bombero, toda vez Pujol fue el auténtico creador de una “nación catalana” y el impulsor de un verdadero nacionalismo banal infiltrado en todos los ámbitos de la sociedad, gracias a lo cual fue posible el desafío separatista.

Y por si todo ello fuera poco Cercas propone aliñarlo con la fórmula mágica del federalismo, tanto para España como para Europa, ya que lo visto no hemos aprendido nada de la historia. No hay que echar en saco roto la conclusión a la que llegó el primer presidente de la Primera República federal española, el catalán Estanislao Figueras: «señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”, tras lo cual ni siquiera dimitió, cogió un tren y se marchó a Francia. Se trata, pues, de una utopía tan perfectamente inútil como lo fue en su tiempo el aprendizaje del esperanto como idioma universal. Para mayor escarnio de los federalistas, cuando el entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, tuvo la ocurrencia de decir ante el Parlamento Europeo en el año 2012 que “debemos movernos hacia una federación de estados europeos”, nadie le hizo el menor caso, tal como demuestra la historia de la Unión Europea en estos últimos casi diez años.

Tanto Cercas, como Amat o Bassets, han sido bien acogidos por Pujol. Yo también hablé con Pujol. Su respuesta fue que hiciera lo que quisiera pero que él no iba a colaborar, en absoluto, es más me negó el acceso a los fondos que tienen depositados en el Archivo Nacional de Cataluña. E incluso su cuñado, Francesc Cabana, el bueno de la película que siempre atiende a los periodistas, no contesto jamás a nuestras llamadas. Por lo visto, todavía hay clases.

Manuel Trallero.

 

 

 

 

Font: e-noticies: Última hora – Read More

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